Quedarnos en casa: Permanecer en lo ESENCIAL

A primera vista, las medidas sanitarias de aislamiento general y preventivo que han tomado nuestros gobiernos nos quitan libertades individuales y restringen nuestras vidas... 
En esta situaciĂ³n todo se ve trastocado, nuestras rutinas, trabajos, costumbres y hĂ¡bitos cotidianos: nuestro campo de acciĂ³n se torna drĂ¡sticamente reducido, lo cual puede redundar en sĂ­ntomas diversos de ansiedad, estrĂ©s, angustia o sufrimiento.   
No obstante lo cual, en PsicologĂ­a Integral decimos que existen dos tipos de sufrimiento: aquel que es natural, productivo y nos sirve para algo  - como el dolor que uno siente por la pĂ©rdida de un ser querido, pero que luego, habiendo tramitado el duelo, se transforma en un recurso interno con el cual contaremos de allĂ­ en adelante – TambiĂ©n estĂ¡ el sufrimiento inĂºtil, que no nos sirve para nada.
Pensemos entonces que toda situaciĂ³n se torna buena si no malgastamos tiempo en falsas resistencias: el aislamiento social  que previene el avance de la enfermedad causada por el coronavirus supone sĂ³lo un aspecto del “aquĂ­ y ahora” en el que nos encontramos, como miembros individuales que forman parte de una comunidad mayor. Y para nuestra salud global, la de nuestras familias, y la de nuestra comunidad, es vital tomar conciencia de que hay un Todo mayor en el nombre del cual la humanidad toda se une, entretejida en esta implĂ­cita red y teniendo en cuenta un objetivo comĂºn, que nos concierne a todos. 
Y este hecho puede ser considerado una oportunidad preciosa que se nos estĂ¡ brindando para sentir el impacto de nuestro origen comĂºn, comprendiendo que las acciones individuales repercuten en el bienestar global de este gigantesco organismo que es nuestro planeta, el cual forma parte de una inmensidad mayor: la del cosmos. 
No dejemos entonces que lo micro nos impida ver lo macro: porque si algo cobra de pronto plena evidencia en este atĂ­pico escenario, es que todos constituimos un enorme cuerpo social, interdependiente e interconectado. Nunca antes en la historia habĂ­amos podido, como hasta ahora registrar tan fuertemente este hecho. Pero si todo va bien, podremos, de aquĂ­ en mĂ¡s, enfocarnos en lo que resultarĂ¡ de vital importancia para todos: y que es fortalecer amorosamente la red de vĂ­nculos en la que estamos insertos y comenzar a valorar su importancia no sĂ³lo para nuestra supervivencia individual, sino para el equilibrio y el bienestar social de la humanidad.
Los lazos sociales adquieren entonces esta gran visibilidad… No obstante los drĂ¡sticos cambios de los tiempos, muchas veces los dĂ¡bamos por hecho, sin otorgarles mayor prioridad en nuestros sistemas educativos (centrados Ăºnicamente en formar en “competencias cognitivas”) en nuestros gobiernos, y muchas veces, tampoco en nuestros propias relaciones… 
Pero ahora toma global relevancia de que suponen el capital mĂ¡s importante con el que como sociedad contamos: el terreno comĂºn que nos sostiene y nutre, equiparĂ¡ndonos a un frondoso Ă¡rbol que hunde sus raĂ­ces en la tierra y despliega sus ramas hacia lo alto, segĂºn el plan interno de la semilla del cual ha sido plantado. 
Lamentablemente en este caso, hemos de ver esto a la fuerza, pagando un alto precio y recurriendo a ello en el caso extremo de unirnos todos frente a la amenaza “externa” (el coronavirus). 
Pero si estamos atentos a los signos del tiempo, ello puede permitirnos, por elevaciĂ³n, avizorar nuestra humanidad y esencia comĂºn; que no sĂ³lo se nutre de logros individuales, laborales o materiales, sino del contacto franco y sincero, profundo, de alma a alma, con el otro humano.  
Y Ă©se, que estĂ¡ mĂ¡s allĂ¡ mĂ­o, me interpela, devolviĂ©ndome mi propia identidad, en espejo. Y mostrĂ¡ndome quien “no soy”, no deja, Ă­ntimamente, de formar parte de “mĂ­”: de mi propia realidad, como dos olas individuales pero inseparables de una Ăºnica Consciencia compartida. 

Ps. Cecilia Guerra
Profesora de la cĂ¡tedra de PsicologĂ­a Integral
Tecnicatura Universitaria en Yoga y Salud Integral